Dos años después de que en el Congreso de Viena del año 1815 las naciones occidentales se comprometieran a acabar con la esclavitud (además de rediseñar el mapa de Europa), España decretó en 1817 la prohibición del comercio de africanos a partir del 30 de mayo de 1820. Desde esa fecha, tal como recuerdan los autores del trabajo publicado en ´Caribbean studies´, «no sería lícito para ningún vasallo de la Corona de España comprar esclavos o continuar con su tráfico en ningún lugar de la costa de África».

Gran Bretaña abolió definitivamente la esclavitud en 1833 y dos años después firmó un acuerdo con España para controlar ese «inhumano comercio». Los británicos temían que continuara ese tráfico de manera clandestina, por lo que se acordó que las respectivas armadas pudieran perseguir y registrar los barcos sospechosos. Por ejemplo, el ´Principeño´, que mandaba Damià Ferrer, hermano de Ramon.Comercio clandestino

La historia del ´Amistad´ es, según los historiadores ibicencos, un ejemplo de cómo, pese a la prohibición, prosiguió ese comercio clandestino. Un barco negrero portugués, el ´Teçora´, capturó a 53 hombres, mujeres y niños en Mende (actual Sierra Leona) y los trasladó hasta Cuba, donde una vez en tierra caminaron descalzos durante un largo trecho hasta ser embarcados en el ´Amistad´ con el fin de comerciar con sus vidas. La sublevación de aquellos esclavos -gracias a que Sing-Gbe logró liberarse- se saldó con el asesinato de dos miembros de la tripulación (el capitán Ferrer y su esclavo Celestino). Engañados por dos de los marinos que por los pelos se libraron de que les rebanaran el pescuezo, fueron capturados por un bergantín americano cuando, totalmente desorientados y pensando que regresaban a África, anclaron frente a Long Island, en Nueva York.

En el juicio, celebrado en 1841, se tenía que dilucidar si las muertes ocurridas la noche del 30 de junio de 1839 habían sido un acto legítimo de defensa o un amotinamiento. La vida de aquellos 53 africanos pendía de que el tribunal aceptara que la ´carga´ del ´Amistad´ estaba compuesta por bozales (es decir, personas capturadas clandestinamente en África tras la prohibición decretada por España en 1820), y por tanto eran hombres libres, o ladinos (esclavos que llevaban un tiempo en las colonias de América y que, legalmente, aún podían ser trasladados de un lado a otro).

Los dos tripulantes del ´Amistad´ que se salvaron aseguraban que eran ladinos, pese a que ninguno sabía una palabra de inglés o castellano. Pero el abogado defensor logró demostrar que aquel amotinamiento había sido un acto de defensa encabezado por Sing-Gbe para recuperar la libertad que les habían arrebatado en su tierra natal.