El pasado cuatro de febrero, dos técnicos del Consorcio para la Recuperación de la Fauna de las Illes Balears (Cofib) fueron los encargados de acabar, con disparos de arma de fuego, con el medio centenar de cabras domésticas que habitaban los riscos de es Vedrà desde 1992.

Ese año los propietarios del islote lo repoblaron con cinco hembras y un macho después de casi 20 años de ausencia de estos animales, que causan daños graves en la flora endémica del peñón.

La directora general de Espacios Naturales y Biodiversidad de la conselleria balear de Medio Ambiente, Caterina Amengual, explicó que la decisión se tomó con el fin de tratar de recuperar la flora autóctona del peñón y el conseller de Medio Ambiente, Miquel Vericad, defendió esta medida y remarcó su deber de proteger el patrimonio «que hace singular a es Vedrà y a Ibiza».

Como consecuencia de esta polémica decisión, cerca de medio millar de personas se manifestaron en contra del exterminio nueve días después y reclamaron la dimisión de Amengual [destituida el pasado mes de septiembre] y de Vericad. La Asociación Animalista de Illes Balears (Assaib) fue más allá y denunció en marzo ante los Juzgados a la entonces directora general de Espacios Naturales y Biodiversidad del Govern y al conseller de Medio Ambiente y pidió que se sacase con vida las tres o cuatro cabras que se creía que aún quedaban en el islote.

Sin embargo, la jueza basó su rechazo a estas medidas cautelares en que, a su entender, no existían argumentos que apoyasen las acusaciones de Assaib. Esta asociación consideró que el exterminio supuso un delito medioambiental. Como consecuencia, los chivos que aún viven en es Vedrà serán eliminados.