­La compañía aérea Vueling canceló el domingo el último vuelo entre Ibiza y Barcelona dejando a los pasajeros, que ya estaban formando cola para embarcar, en tierra. Esta situación se ha repetido en varias ocasiones en las últimas semanas, y tiene que ver con el cierre del aeródromo ibicenco a partir de las 12 de la noche por las obras que se están llevando a cabo en las pistas.

Según comentó uno de los pasajeros afectados, el vuelo, que tenía prevista su salida a las 23.15 horas sufrió primero un retraso de una hora: «A las once nos informaron de que saldríamos a las doce y cuarto, algo que ya nos hizo sospechar por las cancelaciones de vuelos que ha habido después de las doce de la noche. Después avisaron de que saldríamos a las 23.45. Incluso nos llamaron para embarcar, pero cuando ya se había formado la fila y llevábamos un rato esperando, sobre las 23.50, nos informaron de que el vuelo quedaba definitivamente cancelado y que nos recolocarían en los vuelos del día siguiente».

Según este pasajero, se produjo un caos en el personal de handling contratado por la compañía a la hora de devolver los equipajes y ubicar a los pasajeros en hoteles, por lo que tuvieron que ser ayudados por personal de otras compañías. Incluso dijo que a algunos pasajeros, al llegar al hotel les dijeron que tenían que compartir habitación con desconocidos porque solo había habitaciones dobles. Este extremo no pudo ser confirmado y una portavoz de Vueling aseguró que es algo que «no debe pasar» y que «no es la política de la compañía», por lo que ve «muy difícil» que sucediera.

Los pasajeros también se quejaron de que la compañía no les facilitó transporte para desplazarse a los hoteles y que a esa hora apenas quedaban taxis en el aeropuerto: «Cada uno se tuvo que buscar la vida como pudo», aseguró uno de los afectados. Los pasajeros fueron finalmente recolocados en los vuelos de ayer.