Opinión

Crimen y tuiteo

El ministro israelí de Exteriores, Israel Katz, ha escrito en un tuit que Pedro Sánchez es «cómplice de incitación al genocidio del pueblo judío y de crímenes de guerra». Lo que está haciendo en Gaza el gobierno ultraderechista de Israel, representado por un ministro en la cumbre de Vistalegre organizada por Vox, lo vemos cada día en el Telediario desde hace siete meses, a partir de la aterradora masacre que cometió Hamás en el festival de música de Reim.

En la finura pragmática de la expresión «crímenes de guerra» se contiene una serie de crueldades claramente definidas sobre matanzas deliberadas, dirigir ataques contra civiles, trabajadores humanitarios o personal de mantenimiento de la paz de la ONU que están a la vista cada día en los informativos con imágenes innegables. ‘Genocidio’ es palabra que precisa más cuidado, salvo a los que no lo tienen, como Katz, que la usa a la ligera por un erróneo y cínico sentido patrimonial.

No cabe escandalizarse por las palabras del ministro porque son nada respecto de las matanzas de su gobierno, que están a años luz de la legítima defensa, a ninguna escala de una respuesta proporcionada y a muchos ojos de una oreja de la ley del talión, pero sí consignar que la nueva diplomacia ultra va en tuit y el eructo de X será tema oral y escrito en las oposiciones de acceso a la carrera diplomática. Vamos camino del Tiktok de Estado como se vio en los vídeos de «Hamás os da las gracias por vuestro servicio» que colgó Katz en X dirigidos a España, Irlanda y Noruega. Esto abre nuevas posibilidades laborales a los guionistas satíricos y a los humoristas de taburete.

Con sentido paradójico y sin cinismo se puede acusar al gobierno de Israel de promover el antisemitismo a escala global y por eso hace falta señalar a Netanyahu y sus cómplices, identificarlos, para que no se confunda su ideología con un pueblo, una religión, una cultura y cada uno de sus individuos vivos y muertos.

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