Opinión | Tribuna

Los muertos no elucubran, señor alcalde

La metáfora del minuto de silencio es que calladitos estáis más guapos, pero hay gente que no aprende

La única aportación del alcalde de Palma al desentrañamiento de la tragedia del Medusa Beach Club ha consistido en prohibir las «elucubraciones» sobre lo ocurrido. Jaime Martínez no decretó un minuto de silencio, sino seis días de mutismo hasta la fecha. En este plazo que suma y sigue, las autoridades por lo visto incompetentes no han aportado ni un solo dato sobre lo ocurrido, concediendo un plazo generoso para la destrucción y fabricación de pruebas. Tampoco han sido convocados a explicarse los responsables de un edificio que ha hundido el prestigio internacional de Mallorca, llevándose por delante las vidas pertinentes, hasta el punto de que su mensaje autoexculpatorio por Instagram se queda a un paso de reclamar un premio a la diligencia.

Al censurar las «elucubraciones», Jaime Martínez no solo prohíbe a los familiares de los fallecidos que se pregunten por las causas de lo ocurrido. Se desentiende asimismo de los palmesanos que se sienten lógicamente concernidos, por la nula vigilancia que el Ayuntamiento lleva a cabo de los inmuebles amenazados de ruina.

Los muertos no elucubran, señor alcalde. Se está acusando sin las pruebas que ustedes ocultan, pero con cadáveres. Es notorio que cualquier juez que investigue el monopolio de la Playa Palma tiene garantizados diez años de cárcel impuestos por sus colegas, también es de suponer que la investigación será llevada a cabo por los funcionarios policiales especializados en la protección de magnates y en la lectura de periódicos, con el desenlace previsible. Martínez, que es arquitecto con otros dos arquitectos en su primer grado familiar, acierta al propagar a la población el miedo a salirse de los raíles y a concluir por su cuenta que la cuádruple muerte exige la demanda de responsabilidades. La metáfora del minuto de silencio es que calladitos estáis más guapos, pero hay gente que no aprende. Por tanto, Cort debe ir un paso mas allá de la denuncia de «elucubraciones» criminales, para culpar a las víctimas de haberse colocado irresponsablemente en peligro.

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