Opinión | Tribuna

Ser centenario sale caro

Los milmillonarios que están ansiosos por superar los cien años acuden excitadísimos a los distritos financieros de las grandes capitales a buscar soluciones tecnológicas para la longevidad, pero los centenarios realmente existentes se aburren en los pueblos de la España vaciada. Y quien dice España, dice cualquier otro país, y quien dice aburren puede decir viven tranquilamente, según su gusto de ellos.

Los millonarios que quieren pagarse una vida centenaria quizá vivieran algún día más sin tanta ansiedad y excitación, pero ¿a quién le interesa? No cabe que aprendan del ejemplo natural porque de la vida centenaria realmente existente no les apetece un solo día. Hay aptitudes o destrezas psicológicas para vivir en paz, pero es más divertido vivir en guerra y tomar tranquilizantes. Algunos de los que quieren ver el final del siglo XXI cumplen ahora 40 años con la vida resuelta desde hace 20 para 20 generaciones. Los destacados miembros de la primera generación de tecnomillonarios, que anda por los 60, se nos están haciendo pesados con sus falsos retiros y su pingüe filantropía.

En las clases medias urbanas seguimos el modelo de la excitación, pero redactando testamentos vitales porque sabemos que llegar a centenarios no es un lujo que podamos permitirnos. Basta con que miremos a nuestra familia, a nuestra casa, a nuestro barrio para darnos cuenta de que nada de ello funciona a la velocidad viejera. La lentitud o es pobreza o es lujo; no tiene término medio. También basta ver los geriátricos para saber cómo no queremos vivir muchos años ni, después de la experiencia de la pandemia, morir en 6 días. No salen propuestas al respecto en las campañas electorales porque socialmente podemos tener como aspiración vivir más y mejor, pero económicamente eso lleva los países a la bancarrota y no necesitamos gente que viva muchos años sino personas que mueran a tiempo. Salud.

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