Opinión | Para empezar

Yurtas, autocaravanas y containers

La primera vez que vi una yurta fue en Ibiza, no en Mongolia. Un amigo vivía en una de ellas a cambio de realizar trabajos de permacultura en una finca. Otro amigo, casi desde que lo conozco, vive en una autocaravana en la propiedad de unos extranjeros. Mientras los dueños de la casa no están, él puede habitarla. Cuida el chalet y el jardín durante todo el año y evita así la entrada de okupas. Conocí también en la isla a un hombre que se había comprado un terreno rural y había construido una pseudo casa con restos de todo y nada. Otro amigo, que ya se fue de Eivissa, vivió mucho tiempo en una pequeña urbanización de casitas de dudosa legalidad. Era muy pequeña, pero él es muy manitas y había adecuado la terraza de tal manera que su jardín valía más que el interior de la vivienda. Otro conocido vivió en esa misma urbanización en una casa que era un container cubierto de madera por dentro, con tal gusto que podría salir en las revistas de decoración como reverso de una moneda en la que en la otra cara estaría dibujada una de las lujosas villas de Eivissa. Podría contar muchas historias más como estas, porque las conozco, porque vivir de alquiler o en propiedad en la isla no es fácil y eso agudiza mucho el ingenio y, por supuesto, la picaresca.

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