Hay compañeros de viaje con los que nadie puede tener la fiesta en paz. Difícil esperar cabeza en quienes protagonizaron hace siete años la intentona soberanista, afanados ahora en batirse ante el elector catalán para demostrar quién sigue siendo más separatista pese a los pactos con el PSOE. Mal se hacen: buscando cada uno la hegemonía del soberanismo y manteniendo erre que erre sus postulados cara a la galería solo conseguirán desacreditar ante el resto de España esos pactos, reavivando artificialmente un fuego y llamando a los bomberos, que ya entrenan. Una vez sabido que ni es tiempo en una Europa con otros apremios para el heroísmo particularista, ni lo tienen para ganarse un absurdo bajorrelieve en la moneda, ¿tampoco para asumir que al separatismo, tras el último fracaso, se le ha pasado el arroz para décadas y ahora toca ganar honradamente la paz y el pan para la querida Catalunya.