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¡Ni hablar! (El espíritu ido)

Aunque los llamados «constitucionalistas» invocan a todas horas el espíritu de la transición, da la impresión de que muchos no lo conocen, lo han olvidado o manejan una versión customizada. La transición se cuece hablando todos con todos, incluso entre los peores enemigos, separados por fosos aún teñidos de sangre seca o incluso por la distancia entre preso y carcelero. Luego se empieza a transigir, se negocia, se van tendiendo puentes, sin que hubiera estribos en que apoyarlos, reglas de juego ni límites. Unas elecciones que no eran constituyentes se vuelven constituyentes, y ahí se negocia todo, del sistema económico a la organización del territorio, pasando por la Corona. Pero ¿qué les ha pasado para que hasta eviten dirigirse la palabra, hagan innegociable lo que no quepa en la lectura más cicatera de la Constitución y les espante cualquier reforma tras casi medio siglo?

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