Alves: el dinero, llave de la libertad

Ana Bernal Triviño

Ana Bernal Triviño

Cuatro años y seis meses, la condena a Dani Alves. Sumando que ya tiene un año de prisión preventiva, no será muy tarde cuando podrá pedir permiso y pisar la calle. Sí, en parte la sentencia puede interpretarse como un triunfo del movimiento feminista. Su argumentación en cuanto a la falta de consentimiento, la revocación de este en cualquier momento, que no son precisas lesiones físicas (aunque ella presentaba daños en las rodillas), que hay no solo un testimonio sino pruebas periféricas consistentes, que el testimonio de ella es sólido, y que no hay ningún móvil espurio en la víctima. Ni siquiera el económico, pues ni el dinero de Alves hizo que la víctima llegase a un acuerdo antes del juicio. Pero justo eso, el dinero aportado ha servido como llave hacia una libertad más cercana.

La victoria es a medias. La víctima no quería denunciar por miedo a no ser creída. Y la han creído. Tampoco se respalda la atenuante por embriaguez. Pero también existe la reparación del daño, vinculada a la pena. Y aquí ha ido a la baja. A la mínima que se le podía dar, cuatro años. Lejos de los 12 años que pedía la defensa de la víctima y los nueve de la Fiscalía. Entre la justificación de esa mínima está la atenuante de reparación del daño por los 150.000 euros que Dani Alves aportó antes del juicio. 150.000 euros que para él, un millonario, deben suponer calderilla. Le ha salido barato. Como sucede en otras ocasiones. Recuerdo no hace tanto una considerable baja de pena por una agresión a una menor con discapacidad y cuyo agresor abonó 50 euros.

Con Alves, al final no ha habido ni pena máxima ni absolución. Quedan dos mensajes. Para ellos, que los agresores con poder y fama deben enfrentar la justicia como el que no tiene los bolsillos llenos. Que su fama ya no paga una inocencia. Pero eso sí, la fama y el dinero aún les sirve para pagar un camino más fácil y corto a la libertad.

Para la víctima, no podrá cerrar página ante los próximos recursos. Habrá quien diga que con cuatro años de privación de libertad son suficientes. Quizás yo también les invitaría a ir a un centro de víctimas. Y verán que los daños y el impacto personal y profesional en ellas toda una vida, por una agresión sexual, ni se cubren con 150.000 euros ni ese dolor se compensa con cuatro años.

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