Para empezar

La banda sonora de la Marina

Laura M. Expósito

Laura M. Expósito

¡Ay, el encanto del invierno en Ibiza! Esta época en la que los residentes podemos respirar polvo y disfrutar del estridente concierto de las obras en cada esquina. ¿Quién necesita paz y tranquilidad cuando se puede despertar con el armonioso sonido de un martillo o la suave voz de un albañil cantando? El invierno en la isla se ha convertido en una sinfonía de ruido, una oda al caos auditivo que invade nuestros hogares y desafía nuestra paciencia. La Marina, estos meses, es una exposición de andamios. La música a base de golpes nos acompaña desde el amanecer hasta que cae el sol. Sin respeto ni por la siesta ni, a veces, por los fines de semana. Es fascinante ver lo que se trabaja para embellecer fachadas y arreglar todo todo todo antes de que llegue el primero de junio. Que me parece maravilloso, de verdad. Pero ¡cuánto anhelo el silencio! Ese lujo que sólo los turistas que nos visitan merecen. Nosotros pasamos del ruido taladrante de las obras al bullicio veraniego en el que los cantos de los obreros en los andamios cambian por los de los turistas borrachos bajo nuestro balcón y los martillos dejan paso al estruendo de las maletas rodando por las calles empedradas. La banda sonora del barrio de la Marina no tiene fin.

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