Un mal día para Sánchez

Rosa Paz

Rosa Paz

No es solo que Galicia haya decidido indultar a Alberto Núñez Feijóo, y sin condiciones, sino que además ha castigado, y duramente, a Pedro Sánchez. Cierto que ninguno de los dos era candidato en las elecciones autonómicas de este domingo, pero es evidente que ambos se volcaron en ellas, y no solo para apoyar a quienes aspiraban a presidir la Xunta sino, una vez más, en ese duelo personal que mantienen y que empieza a trascender peligrosamente los límites de la rivalidad política. Parece que el presidente del PP se planteaba estos comicios como la revancha del 23J, cuando fue el candidato del partido más votado pero no consiguió el Gobierno por falta de apoyos. Puede sentirse satisfecho, pero solo en la honrilla, porque mantener el Ejecutivo gallego no supone conquistar la Moncloa y ni siquiera le pone más fácil ese objetivo. No hay que olvidar, sin embargo, que fue durante esta campaña cuando Feijóo habló de ese posible indulto condicionado a Carles Puigdemont, quizás con el propósito de acercarse a Junts y quién sabe si poder pactar en el futuro una moción de censura contra el presidente del Gobierno. Una hipótesis improbable pero no imposible.

La izquierda se hizo muchas ilusiones. Falsas, como se ha visto. Porque quienes han mordido el polvo en las elecciones gallegas han sido los socialistas, que han perdido un puñado de escaños, han quedado terceros —ya lo habían sido en las dos últimas convocatorias— y se han visto casi triplicados por el BNG, el nacionalismo en alza de la izquierda, que también ha absorbido los votos de Sumar y Podemos, que no tienen representación. Una derrota para el PSdG y su líder Gómez Besteiro, pero también, por su implicación personalísima, para Sánchez. Ellos tendrán que reflexionar sobre las causas, pero será difícil para sus críticos mantener que les ha hundido la amnistía. Por más que los populares han agitado ese asunto, no parece que fuera de Madrid y de sus medios de comunicación, la cuestión le preocupe tanto a nadie. Menos aún cuando el propio Feijóo parece abrirse, de alguna manera, a ello.

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