‘La Formentera que tú eliges’

La Formentera que tú eliges’ es el nuevo lema del Consell Insular de la isla y fue presentado la semana pasada. Aunque podría parecerlo, no se trata de la enésima tomadura de pelo del equipo de gobierno a sus ciudadanos, que siguen asistiendo, impotentes y atónitos, a un infumable serial de estadistas de baja estofa, incapaces de solventar una crisis infantiloide detonada por ellos mismos y de predecir mínimamente las consecuencias de sus actos.

Cualquier conseller de Sa Unió, que es la coalición que manda en Formentera, dotado del más leve sentido del ridículo –incluido el propio presidente, que piensa seguir gobernando erre que erre, incluso tras ser expulsado de su propio partido–, ya debería de haber dimitido antes de persistir en este harakiri colectivo. La consecuencia más grave de tanto despropósito es la situación de ingobernabilidad en que ha quedado sumida la institución, que ya va camino de los dos meses y que afecta gravemente a su correcto funcionamiento y al interés general de la ciudadanía.

Para gestionar con eficacia es imprescindible rodearse de un equipo de confianza sobre el que delegar la gestión de las distintas áreas de gobierno. Sin embargo, la atmósfera que se respira en los patios carcelarios de los países bananeros es menos tensa que la calima que reina en los despachos del Consell. Todos podemos imaginar en qué se traduciría una acción de gobierno a medio o largo plazo en estas condiciones: zancadillas por doquier, proyectos paralizados, filtraciones constantes, ayudas que no llegan, inversiones que se pierden, funcionarios hastiados, etcétera.

Los consellers de Sa Unió y el presidente, con sus mentiras, exageraciones e incapacidad manifiesta, insisten en demostrarnos con creces y prácticamente a diario que carecen de todo atisbo de vergüenza y que han decidido anteponer egos e intereses particulares, aun a costa de reducir el Consell a un páramo yermo. La única explicación posible es que su necedad y cerrilidad les impide percatarse de que todos y cada uno de ellos son ya cadáveres políticos. En el futuro, su presencia en cualquier lista electoral será sinónimo de rechazo ciudadano y fracaso.

Por tanto, dado el incendio institucional y el panorama de asombro general que vive la sociedad formenterana, que el Consell lance un eslogan titulado ‘La Formentera que tú eliges’ ya supone rizar el rizo y engordar el esperpento. El lema se ha concebido para ilustrar la presencia de la isla en la próxima edición de la Feria Internacional de Turismo de Madrid (Fitur), pero su soniquete parece dedicado a los residentes con derecho a voto, recordándoles aquella expresión del refranero: “al que no quiere caldo, dos tazas”, que en el contexto de la pitiusa menor vendría a significar “aquello que votaste, te lo comes”.

Los lectores recordarán la famosa crisis de los WhatsApp del Ayuntamiento de Ibiza, que, en 2014, provocó la dimisión de la alcaldesa Pilar Marí. El nivel de escándalo y bochorno fue similar al que se registra ahora en la plaza de la Constitució de Sant Francesc Xavier. Los principales protagonistas de aquella crisis han desaparecido por completo del mapa político, que es lo mismo que acabará ocurriendo, más pronto o más tarde, con los responsables del desaguisado de Formentera.

Hemos escuchado en innumerables ocasiones esa expresión que afirma que “los ciudadanos tenemos los políticos que nos merecemos”. Pero, a veces, eso no es cierto. Los vecinos de Formentera tienen derecho a estar representados por unos gobernantes mínimamente coherentes, inteligentes y capacitados, y quienes manejan ahora mismo las riendas del caballo desbocado que es el Consell, ya han demostrado sobradamente, con terrible insistencia, que no dan la talla.

En las pasadas elecciones quedó claro que la gente de Formentera quería un cambio y una alternancia en el poder, dándole la mayoría a la coalición conservadora. Dada la nulidad demostrada hasta ahora por el PP de la isla, que no ha dejado de echar leña al fuego sin disponer de una alternativa viable, es hora de que instancias superiores tomen el control y negocien una salida digna, que permita afrontar la legislatura con los mínimos daños colaterales para la ciudadanía, las empresas y el conjunto de la sociedad. Aunque fuera a costa de sustituir a sus miembros en el equipo de Gobierno y exigir lo propio a Compromís, su socio en la coalición.

En esta búsqueda de una solución desesperada, sin duda hará falta el concurso de la oposición, que se siente muy cómoda en su butaca como espectador del sainete, contemplando cómo el contrincante se descuartiza a sí mismo. Sin embargo, está abocada a facilitar una salida, por el bien de los residentes y para no quedar igualmente retratados. Ya sea apoyando una moción de censura con un candidato de consenso o a través de cualquier otra maniobra viable, si es que queda alguna.

@xescuprats

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