Córdoba, solo contra todos

Llorenç Córdoba se ha quedado absolutamente solo. De ser presidente del Consell de Formentera con una cómoda mayoría, de protagonizar un cambio histórico en la institución -pues era la primera victoria de la derecha desde su creación en 2007-, ha pasado a ser repudiado y vilipendiado por todos sus compañeros, sin excepción: los ocho consellers de Sa Unió, una coalición formada por el PP y Compromís. Él mismo, por inexperiencia, bisoñez o por medir fatal las consecuencias de sus actos, abrió la grave crisis que le ha conducido al abismo, a atrincherarse en la presidencia por no sabemos cuánto tiempo, pero breve, pues es cuestión de horas, máxime días, que deje el cargo, por su propia iniciativa o por la fuerza arrolladora de los acontecimientos: no puede ser presidente en solitario. La aventura política de Córdoba ha llegado a su fin tras unos días rocambolescos en los que primero él, que es independiente, advirtió en un críptico comunicado de que no apoyaría de forma incondicional a la presidenta del Govern, Marga Prohens, si no se resolvían asuntos de interés general para Formentera (pero no dijo cuáles), y después sus propios compañeros de gobierno le acusaron públicamente de haber exigido un considerable sobresueldo a Prohens porque, en sus palabras no exentas de crueldad, «está arruinado». Sea cual sea la verdad, la campaña de desprestigio ya ha funcionado como una apisonadora sobre la maltrecha imagen de Córdoba. Mientras, los ciudadanos asisten perplejos a un culebrón que tiene paralizado el Consell y que debe resolverse cuanto antes por el bien de todos.

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