¿Y la víctima, vicepresidente?

«Además de decepcionar a su club de seguidores, asombra asistir a su propia autodestrucción. El ibicenco ha fulminado su credibilidad de un plumazo; en su partido no paran de llevarse las manos a la cabeza»

Si te gusta la política balear era obligado fijarse en Antoni Costa nada más destacar como portavoz del PP en la oposición a Francina Armengol. Inteligente y formado, es de esos perfiles con criterio y tablas, educación y moderación, sin duda el mejor preparado para presidir el Govern. Además de decepcionar ahora a su club de seguidores, asombra asistir a su propia autodestrucción. El ibicenco ha fulminado su credibilidad de un plumazo; en su partido no paran de llevarse las manos a la cabeza.

Al no poder desmentir a Diario de Mallorca por desvelar que fichó a Juan Antonio Serra a sabiendas de todo su historial, Antoni Costa se autodegradó a férreo encubridor del imputado por agredir sexualmente a una mujer. Si ya de por sí resulta patético descubrir que alguien de su nivel milita en el PP clientelar más rancio, el que coloca a amiguetes en paro con 57.000 euros públicos a tocateja, resulta intolerable escucharle anteponer repetidamente la presunción de inocencia de su colega por encima de la víctima, para quien no tuvo ni una disculpa. Todo un vicepresidente sospechando de la denunciante por mentirosa.

Costa considera una nimiedad dar un lametazo de oreja a oreja a una mujer que rechaza besar a un sobón desconocido en medio de todo un restaurante. También ve anecdótico un bofetón al policía nacional que intenta detener al agresor sexual huido a la carrera por Jaume III. Tras su contundente «no, no voy a dimitir», es de esperar que volveremos a oírle desde el atril del Consolat de Mar la encendida defensa que hace la derecha de «los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado». O el compromiso del actual Govern contra la violencia de género. Grotesco.

La izquierda desnortada de esta Comunidad anhela desde el 28M la caída del número dos de Marga Prohens. Sabe que sin la columna vertebral, la presidenta no tendría a su Iago Negueruela donde apoyarse. PSOE y Més no se enteraron de que el profesor apartado por la UIB por este grave incidente llevaba cuatro meses protegido personalmente por Costa. Hay que hacérselo mirar.

En su desesperado intento por blindar a Prohens, Costa asegura que no la puso al tanto del currículum particular de su amigo. Es decir, pasa la pelota al tejado de la presidenta, que deberá perdonarle ahora públicamente, dando al traste con sus políticas de igualdad. O, por el contrario, quedar como una condescendiente.

El vicepresidente debe rezar por que no trasciendan las maniobras al límite para dejar el caso judicialmente en nada. Entretanto, y ya que no cesa, haría bien en retirar el cartel de Impunidad cero contra la violencia machista que pende del balcón de su despacho. Aunque solo sea por rubor. Gracias.

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