Prohens: muy y mucho en positivo

El último año, Francina Armengol recorría las ferias turísticas vestida de penitente, de rodillas, fustigándose, con cara de Cristo camino del Gólgota, lamentándose abiertamente de los terribles actos que se cometían en la Sodoma (Magaluf) y Gomorra (Sant Antoni) que gobernaba. Somos pecadores, pero haremos penitencia, nos portaremos bien. Lo clamaba a todos los asistentes (poco guiri y mucho parroquiano) a esas incomprensibles presentaciones que organiza la Aetib (siempre en perfecto castellano, sea en Londres o Berlín), que, dado el estruendo que hay en las naves, se imaginan más que se escuchan. En primera fila, siempre, Lloyd Milen, cónsul británico en nuestra Comunitat, tan flemático que era difícil adivinar si, por vergüenza ajena, deseaba que Armengol dejara ya de flagelarse o ardía en deseos de sumarse a la sesión de maso. Por el contrario, la nueva presidenta del Govern dejó claro en la pasada WTM, su primera feria, que no está para penitencias. Todo lo que dijo e hizo fue «en positivo». Los trapos sucios (externalidades, las llama, a saber, venta de drogas y borrachos tambaleándose por las calles o haciendo el salto del ángel desde sus balcones) se limpian en casa. Nadie mentó a Magaluf o a Sant Antoni. No existen ya, como el decreto sobre excesos, al que se rebautizará con un eufemismo para que en la era Prohens todo sea muy y mucho positivo.

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