Para empezar

Peces fritos en el mar

El verano pasado, el calorazo provocó tal subida de la temperatura del mar en Ibiza que un 25% de los peces del acuario de es Cap Blanc acabaron (literalmente) fritos. Para evitar esta mortandad, el responsable de la Cova de ses Llagostes ha tomado medidas para mejorar la oxigenación del agua. Pese a todo, advierte de que la superficie del mar en la bahía de Sant Antoni, y en toda la isla, supera los 28 grados, lo cual, dice Miquel Tur, propietario del acuario, es «una barbaridad» que amenaza la supervivencia de muchos de los seres vivos que pueblan el mar. Y avisa de que seguirá subiendo estos días hasta alcanzar su máximo más o menos a mediados de agosto. Que cada año se repita este fenómeno, desde los últimos treinta, es un signo evidente del calentamiento global y que algunos peces desaparezcan, una de sus letales consecuencias. Si el organismo de los peces se resiente de tal manera, es lógico pensar que, en menor medida, también el cuerpo humano sufre por el exceso de calor. Habrá que ir pensando en medidas drásticas, y no a corto plazo, para evitar que el calor fría también nuestros cerebros. Los líderes mundiales deberían estar discutiendo sobre lo que realmente importa, en lugar de hablar de los peces (fritos) de colores.

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