¿Y ahora qué?

Aquel cadáver tenía en la muñeca un reloj que funcionaba todavía y eso es un poco lo que ha pasado con Pedro Sánchez, a quien las encuestas y sus oponentes daban por muerto, sin apreciar que su reloj político avanzaba e iba ganando adeptos conforme las voces de la derecha y de la extrema derecha más ruido hacían en sus declaraciones y en esa retahíla de insultos que se han definido muy bien a través de la siguiente frase: «acabar con el sanchismo, porque el sanchismo es maldad, es mentira y es manipulación». O «que te vote Txapote».

En política hay una lección que nunca acaban de asumir los políticos y es la de haber ganado y sin embargo resultar estrepitosamente el mayor de los perdedores, porque tus escaños no sirven para nada y no podrás conformar gobierno y tú, político que pierde ganando, sabes que esta era la oportunidad que has dejado escapar por creer en exceso en las encuestas y sobre todo por buscar en la mentira la debilidad de tu oponente, al que incluso los números le han salido en el País Vasco y Cataluña. Le han salido y le han salvado.

Son muchas las cosas que en las elecciones del 23 de julio no han salido como algunos esperaban y sin embargo sí han salido como algunos deseaban y a pesar de eso todo está en el aire, porque los españoles votamos de una forma muy diferenciada a como se hacía hace una década y ahora los pactos son el instrumento político por excelencia y la abstención tiene la validez de la décima parte de un porción de chocolate, porque buscar la abstención de aquellos a quienes has insultado y mal respetado es de naturaleza bastante pueril, cuando esos son el Gobierno y saben perfectamente cómo tejer los hilos de la democracia y de qué forma sujetar los números de la sociedad del bienestar, con sus errores que los han tenido y algunos desaciertos que se corrigieron con excesiva tardanza.

Pero Sánchez no solo ha tenido a sus adversarios políticos destacando lo pecaminoso del sanchismo, sino que figuras de su propio partido también descalificaban su gestión y su persona, considerando que el sanchismo es la peor parte del PSOE. Ni unos ni otros deben entender qué falló, porque para ellos algo falló y lo que falló fue la percepción que ellos tenían de la realidad que simplemente no es la realidad que millones de ciudadanos tienen sobre el presidente Sánchez, a quien de forma inesperada han respaldado, porque no quieren retrocesos ni túneles hacia el pasado ni nada que suene diferente a como hoy suenan nuestras calles.

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