para empezar

Vuelven las cañas a las fiestas de Vila

Aunque, la verdad, nunca se fueron, ya que la ordenanza del alcohol de Ibiza se había convertido en una declaración de intenciones, más pródiga en excepciones (arbitrarias) que en cumplimientos... para alivio de más de uno. «¿En serio no me voy a poder tomar una caña en un concierto? ¿Las asociaciones de vecinos, feriantes... no van a poder vender cervezas en las fiestas populares, salvo permiso especial? (Feria Medieval sí, Navidad no...)». Cuando la susodicha ordenanza se publicó, muchos adultos nos llevamos las manos a la cabeza. ‘Ley seca’ en los actos públicos para nosotros, agüita y a cuidar la salud, que ya tienes una edad, mientras que, en cambio, y a veces a pocos metros, grupos de adolescentes seguían con sus botellones como si nada porque si no les vendían el alcohol a las diez de la noche lo compraban a las nueve. Aquí no los verás esperando a la puerta de una tienda a que alguien mayor les consiga las botellas como en las pelis americanas, te los encuentras dentro cargados con ellas en la cola para pagar y, al menos yo, no he visto que a ninguno le pidan el carné. No negaré que la ordenanza del alcohol de Vila tiene muchos aspectos positivos y creo que en la decisión de derogarla para empezar otra de cero, en vez de modificarla, hay algo de propaganda y autobombo. Pero también era papel mojado. No basta con hacer la ley si no se disponen los medios para aplicarla y no hablo solo de policía. Sobre todo con los adolescentes, de poco sirve prohibir. Hay que ofrecer alternativas, convencer.

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