Para empezar

La vida, lo que pasa entre voto y voto

Los periodistas recordamos 2019 como el año aciago en el que tuvimos que cubrir nada menos que tres elecciones: si ya es difícil planificar unas con la plantilla al completo, tres con sus correspondientes campañas y candidatos crispados, picajosos y vociferantes es para salir corriendo y buscar otra ocupación que no esté a merced de tumbos políticos. Muchas vocaciones se tambalearon, doy fe. En las redacciones decíamos con amargura que no podía haber un año peor que 2019. Y llegó 2020. Con aquellas imágenes de chinos con mascarillas que observábamos levantando la ceja y pensando ‘hay que ver lo peculiares que son estos orientales’, y de repente la pandemia mundial como de película de catástrofes, el confinamiento, el teletrabajo, las muertes masivas, el miedo, la angustia. Y detrás de las asfixiantes mascarillas recordábamos 2019 hasta con nostalgia, nos queríamos tragar nuestras palabras y empezábamos a creer en la maldición del karma. Así que ahora que vamos camino de igualar el récord de 2019 con otras elecciones antes de fin de año, si Junts no lo remedia, y en vista de lo que ya hemos aprendido, relativicemos, respiremos hondo, hagamos yoga, pilates o lo que sea que nos oxigene el cuerpo y la mente; contemplemos el mar, disfrutemos de la época de helados, de las buenas compañías, y recordemos que la vida es todo lo que pasa entre voto y voto. Y que el drama, en todo caso, es no poder votar. Por buscar lo positivo, que falta nos hace.

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