Un feminismo con rumbo incierto

«Si pensamos en el futuro, nos va a costar tiempo romper con mitos y bulos vertidos

sobre el feminismo, que han creado sobre él un estigma inmerecido»

En 2017 empecé en las páginas de un diario y, por entonces, aparecieron los brotes de la reacción patriarcal ante un feminismo creciente. Advertimos de que acababan de empezar y señalamos los planes de lobis y asociaciones, nacionales e internacionales, para impulsar legislaciones negacionistas contra los derechos humanos de las mujeres.

Aquellas advertencias son ya una realidad aquí, en nuestra ciudad, en nuestra comunidad. A la vez son varios los países que han aplicado políticas restrictivas hacia las mujeres. Algunas, en contextos de conflictos y dictaduras donde la protesta lleva a la muerte. La ola reaccionaria parece imparable, sobre todo entre el mayor desafío actual: una juventud que se cree moderna pero que empieza a albergar pensamientos negacionistas de hace 30 años. Sobre todo, entre ellos.

El futuro del feminismo dependerá de su ciudadanía, de su memoria histórica feminista, de sus principios y valores. Y eso, a su vez, de las políticas públicas desarrolladas y, en buena parte también, de lo que hagan los medios de comunicación. Porque a algunos les pareció muy rentable dar voz estos años a declaraciones incendiarias de políticos y tertulianos machistas, en lugar de condenarlas para proteger a las mujeres que dependen de ese feminismo para salvarse. Ya sufrimos el resultado, con una opinión pública que tolera, acepta y vota lo inaceptable.

El futuro del feminismo vendrá de cada persona. Y ahí no vale ya ponerse de lado, sino manifestarse. Solo a través de una cultura lejos de estereotipos y mitos machistas se podrá avanzar o anclarse en el pasado. La duda que se plantea es hasta cuándo. ¿Hasta cuándo una población va a tolerar que cada año haya asesinadas o violadas? ¿Hasta cuándo apoyarán el negacionismo de la violencia de género? ¿Hasta cuándo durará la ruptura de consensos sobre derechos humanos incuestionables? En una sociedad democrática, aterra pensar que nunca alcanzaremos la cifra de asesinadas a cero solo porque no se quiere y por falta de compromiso. Y por lo tanto seguirán, bajo la punta de ese iceberg de víctimas, las agredidas invisibles que luchen por sobrevivir.

Si pensamos en el futuro, nos va a costar tiempo romper con mitos y bulos vertidos sobre el feminismo, que han creado sobre él un estigma inmerecido. Inmerecido por falta de respeto a sus víctimas, y de ingratitud por todas las predecesoras que pagaron un alto precio hasta alcanzar lo conseguido. Y no solo por parte del negacionismo, sino de una derecha que establece alianzas con la ultraderecha. Y de una izquierda lejos de la altura esperada que, en más de una ocasión, ha olvidado la memoria histórica feminista y dañado su agenda.

El reto del feminismo para los próximos años estará en revertir las mentiras negacionistas, con la dificultad de que ellos tienen ahora más voz y decisión. Y habrá que enfrentar la violencia que aún sostienen las mujeres de todo el mundo, no solo de las “nuestras”. Habrá que recordar que el feminismo no va en contra de los hombres, que no les ataca en su presunción de inocencia, y que este salva vidas. Y habrá que dar respuesta a lo urgente, a la desigualdad salarial o la conciliación, al aumento de las violaciones, a que la justicia asuma la dimensión de la violencia vicaria, y a estar precavidas con las violencias que el patriarcado disfraza de “buenismo” y de “libertad”, como la prostitución y la gestación subrogada. Y ojo aquí, porque las feministas en contra de la explotación sexual nos quedaremos solas, seremos atacadas con falsa propaganda e incluso con voces vulnerables manipuladas. Y es que hay mucho dinero en juego.

Duele pensar que el futuro del feminismo sea que hay interés en destruirlo. Su rumbo dependerá de lo que se consienta y tolere, de hacia dónde se quiere llevar el timón. Si hacia un precipicio o hacia una salida. Y dependerá de nuestras acciones, grandes y pequeñas, porque lo personal es político. Hagamos futuro pero sin nunca olvidar que la memoria es imprescindible para saber hacia dónde ir.

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