Tsunami nacional, sí, pero menos

Xescu Prats

Xescu Prats

Nadie de los partidos de la izquierda pitiusa vislumbraba una debacle electoral como la que se produjo ayer en las Pitiüses y que no sólo ha tenido como resultado la pérdida del Govern balear y todos los ayuntamientos que gobernaban (Eivissa, Sant Josep y Formentera), sino que el PP ahora podrá comandar la inmensa mayoría de estas instituciones sin necesidad de pactos. De la misma manera que estoy convencido de que los líderes populares tampoco manejaban, ni por asomo, unas expectativas tan halagüeñas como el resultado que finalmente se ha producido.

Los perdedores, aún noqueados por la calamidad, asumieron la derrota y la necesidad de autocrítica desde el páramo de sus sedes electorales, pero atribuyeron dicha zozobra al tsunami nacional que ha arrasado a la izquierda, provocando la pérdida de la mayor parte de las comunidades autónomas y los ayuntamientos de grandes ciudades que gobernaba. Pedro Sánchez, imagino que en una estrategia a la desesperada para movilizar a la izquierda en el contexto de negociación de pactos de gobierno entre PP y Vox, ha decidido adelantar las elecciones generales al próximo 23 de julio. 

El PP tampoco debe atribuirse exageradamente el mérito de lo ocurrido, pues su triunfo, sobre todo, se sustenta en una desmovilización de la izquierda sin precedentes, por el desencanto hacia sus líderes nacionales. Sin duda, las broncas internas entre Podemos y sus escisiones han pesado. También el fiasco que implica crear una ley feminista que ha acabado poniendo a cientos de violadores y abusadores en la calle y ser incapaz de asumir y corregir el error. Al igual que lo mucho que tardó en reaccionar al respecto el partido socialista y los constantes guiños a los partidos secesionistas. Todo ello ha acabado pesando más que los aciertos que se hayan podido producir. 

La izquierda pitiusa tiene parte de razón al atribuir sus catastróficos resultados al fenómeno nacional, que nunca había pesado tanto, pero solo en parte. Si se analizan con frialdad los datos, solo cabe deducir que el hundimiento de la nave progresista ha sido notablemente más pronunciado en Ibiza que la media y que la izquierda ibicenca debe bucear en las raíces de su propia tragedia, antes que ahondar en otras justificaciones. También habrá tenido que ver, por ejemplo, el hartazgo de los electores al ver a esas mismas familias que llevan gobernando el PSOE desde hace décadas, repartiéndose cargos e influencias, y que ya han perdido desde hace tiempo cualquier atisbo de autoridad moral, sonriéndoles desde vallas y marquesinas. 

La ideología es importante para el elector en las municipales, pero en un sitio pequeño donde todos nos conocemos y sabemos de qué pie cojea cada uno, suelen serlo más las personas, la empatía y la capacidad resolutiva para atender a los ciudadanos y dar respuesta a sus problemas. Y en algunas instituciones de la isla gobernadas por la izquierda se ha conseguido justamente el efecto contrario, lastrando además a quien haya podido hacerlo mejor. Muchos residentes del PSOE y Podemos no han ido a votar en Ibiza, pero estoy convencido de que una parte ha optado por el PP y en algún caso hasta por Vox. Los populares, en consecuencia, deberán saber gestionar este voto prestado.

Ahora vienen cuatro años en que la derecha ibicenca, con mayorías absolutas o suficientes, va a poder llevar adelante sus programas sin ataduras, con elevadas posibilidades de perpetuarse en el poder durante mucho tiempo. Sobre todo, si la izquierda no encuentra caras nuevas que generen más credibilidad, ilusión y confianza.

En España han participado en estas elecciones el 63,91% del censo, lo que supone una diferencia de solo un punto con respecto a las anteriores. En Ibiza, sin embargo, solo han ido a votar entre el 44 y el 47% de los electores, según la institución a la que se votaba, cuando lo habitual es el 50%. Es decir, entre 3 y 6 puntos por debajo, una caída en picado que establece un récord negativo de participación. Las cifras del conjunto de Balears también son más altas, con un 55,6%. 

Si nos fijamos en el porcentaje de votos recibidos por PP y PSOE, vemos que a escala nacional el PP le ha sacado 3,4 puntos al PSOE, mientras que, en Ibiza, atendiendo a los votos al Parlament, la diferencia es de 23 puntos, un salto tremendo. Sobre todo, cuando en las anteriores elecciones el PP acabó por delante con solo 2,5 puntos de diferencia. 

A eso se suma el descalabro de las fuerzas que vinieron para romper con el bipartidismo, con la desaparición de Ciudadanos, cuyo líder ya anticipó el fiasco desde su puesto como conseller de Transportes, y el paso a la irrelevancia de Podemos, que solo mantiene cuatro concejales en los ayuntamientos ibicencos de los diez que tenía. 

En definitiva, tsunami nacional, sí, pero menos.

@xescuprats

Suscríbete para seguir leyendo