Para empezar

Iguales ante las urnas

Cristina Martín Vega

Cristina Martín Vega

Una jornada electoral como hoy es la imagen viva de la esencia de la democracia: todos somos iguales ante las urnas y, por un día (aunque sólo sea por un día), tenemos el mismo poder. Cada persona, un voto (hoy, tres: al Ayuntamiento, el Consell y el Parlament balear). Da igual la posición económica y social, el origen, la edad, el sexo, las ideas políticas y religiosas, la salud; si vives en una mansión o en una infravivienda; si nadas en dinero o debes recurrir a un comedor social para sobrevivir. Las colas ante las mesas electorales nos igualan a todos. Las elecciones nos recuerdan que en nuestro sistema democrático la igualdad es un pilar, y que los cargos políticos se deben a los ciudadanos y a nadie más. Aunque algunos se olviden de esto demasiado rápido y no tarden en regresar a la estratosfera en la que están cómodamente instalados, muy lejos del común de los mortales cuyo voto necesitan para mantenerse donde están. Tras dos semanas de campaña que se hacen eternas, ayer llegó la calma y el fin del griterío, la bronca y esa carrera enloquecida de a ver quién promete más. Hoy, todo queda en suspenso mientras a lo largo de once horas los ciudadanos deciden con sus votos (o su abstención), el tablero político de los próximos cuatro años. Voto a voto. Todos con el mismo valor.

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