Basta ya de violencia

Miguel Ángel Riera

Miguel Ángel Riera

Todos vivimos actos de violencia, en las calles continuamente hay manifestaciones en contra de todo tipo de violencia. Somos conscientes de agresiones a personajes importantes, pero también a personas trabajadoras a nuestro alrededor. Nos repugna ver tanta agresividad. Para atajar el problema no basta con salir a la calle cada vez que tenemos conocimiento de una agresión, no haríamos otra cosa. La solución pasa por la educación. Y no me refiero solo a la educación en los colegios, que ya hacen demasiado y sobre los que ponemos toda la responsabilidad. Me refiero a la educación en las familias, en los hogares.

¿Cuántas horas pasan nuestros niños y no tan niños delante de pantallas donde lo único que ven es agresividad? Y no solo agresividad física, también sexual y de todo tipo. Esto repercute en el comportamiento de los más jóvenes y no tan jóvenes.

La erradicación de la violencia pasa, como en tantos ámbitos, por un conocimiento más profundo de lo que visualizamos y de lo que esto repercute en nuestro comportamiento, y sobre todo en el de los más pequeños.

Los padres deben saber en todo momento a qué juegan sus hijos, conocer más por dónde navegan por las redes sociales, por qué hoy en día es por este medio por el que entra tanta violencia en los hogares y de ahí a cada rincón de nuestra sociedad.

No entiendo cómo podemos permitir que en las redes se pueda difundir tanta violencia, no entiendo la impunidad de gritos racistas en el ámbito deportivo donde tantos niños y jóvenes se esfuerzan para vivir desde el ambiente saludable que es el deporte.

La violencia está en manos de todos, pero sobre todo en una legislación que no permita que se difundan tantos actos de agresiones que provocan más agresividad en los más pequeños. No creo que con estas palabras alguno pueda interpretar que se quiere controlar lo que visualizan los más pequeños, sino tan solo la petición de acompañar a los más pequeños para ayudarles a discernir lo que está bien y lo que está mal desde el origen. Como siempre, una tarea común.

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