Maratón preelectoral de cambiar bombillas

Marta Torres Molina

Marta Torres Molina

Ayer, por fin, cambié una bombilla de la biblioteca. Llevaba tiempo pidiéndomelo. Contar con un poco más de luz cenital era una demanda histórica de mis ojos. He colocado la bombilla, de led, y me he hecho un selfie. Se lo hubiera pedido a mi responsable perruna de comunicación, pero estaba sesteando en la terraza. He posado sonriente, mirando a un lado, concentrada en el libro, como si mi cara no supiera lo que estaba haciendo mi mano derecha. ¡He quedado de un natural! He tenido la tentación de enviarla a los grupos de whatsapp familiares y de amigos. Que vean que he cambiado la bombilla... Ridícula toda esta historia, ¿verdad? Pues es lo que han estado haciendo las últimas dos semanas nuestros próceres. A escasos días de que la cercanía de las elecciones les prohibiera presentaciones e inauguraciones, el aluvión de notas y convocatorias ha sido mayor que el de las cartas de Hogwarts inundando la casa de los Dursley. Y sus perfiles, llenos de fotos entregando llaves que podrían haber entregado hace semanas, mirando planos de proyectos presentados mil veces, pisando las baldosas nuevas de una calle, anunciando iniciativas que deberían estar ya en marcha... Nunca tantos consellers visitaron tanto la isla como en estas dos semanas. No vayamos a pensar que en cuatro años no han cambiado las bombillas.

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