Ataques

Miguel Ángel Riera

Miguel Ángel Riera

En todos los medios de comunicación aparecen noticias continuas de los ataques a los que somos sometidos como sociedad todos los días. En un mundo donde todos buscamos seguridades parece que todo se desvanece bajo nuestros pies. Vivimos en un terreno con arenas movedizas donde continuamente ves a compañeros de viaje se hunden en los avatares de cada día. Delante de muchos ataques nos defendemos de manera desproporcionada. Sobre todo cuando los medios de comunicación magnifican una información y no se hacen eco de otros ataques que perjudican a colectivos más desfavorecidos.

Una sociedad fuerte se manifiesta cuando es capaz de defender a los más débiles. Y los más débiles son las primeras víctimas de los ataques de los más fuertes o incluso de otros más débiles que la única vía que tienen para visibilizar sus deficiencias son justamente radicalizar sus actuaciones.

Crear espacios para poder escuchar el clamor de los más débiles es una tarea necesaria. Cuando somos capaces de poner nuestra atención en aquellos que se sienten excluidos, marginados, desplazados evitamos otro tipo de ataques. Lo peor que se puede hacer es defenderse de un ataque con un ataque más radical. Muchos de los que atacan son víctimas de otros ataques que la sociedad en general infringen en los mas desfavorecidos. No tienen otra manera de hacer visible su problemática que creando un problema mayor.

Para evitar tanta violencia es necesaria mucha información y mucha formación. Estar atentos al clamor de los más pobres. El hambre, las guerras, las injusticias movilizan a los que son víctimas de estas realidades para que los que estamos saciados abramos nuestros ojos a sus necesidades. Justamente este fin de semana en la liturgia se nos ofrece la lectura de las Bienaventuranzas del evangelio de San Mateo (Mt 5, 1-12). Felices, dichosos los más débiles porque son aquellos en los que Dios quiere que pongamos nuestro acento, nuestra mirada, nuestra atención para evitar que ellos se sientan atacados y a la vez vivamos una realidad más justa, más solidaria y fraternal.

Está en manos de todos poner la solución a problemas que nos afectan a todos. No perdamos esfuerzos y fuerzas buscando culpables, sino ayudando a las víctimas.

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