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Una política deportiva de cartón piedra

La miopía que ha acompañado a los responsables de la gestión deportiva en la isla durante la última década ha llevado a situaciones como la que viven hoy multitud de clubes y deportistas, carentes de instalaciones donde llevar a cabo sus actividades y competiciones oficiales. Vila no ha sido capaz de prever el incremento en el número de licencias deportivas para actualizar sus instalaciones, y muchos equipos de base o de disciplinas minoritarias corren de un recinto para otro como apátridas, carentes de una sede que ofrezca estabilidad y que permita optimizar también el rendimiento de los deportistas. Gimnasios o salas de centros escolares dan hoy cobijo a modalidades que, como el bádminton, se han quedado sin lugar de entrenamientos, en su caso por la reforma de Sa Blanca Dona, a cargo del Consell de Ibiza. Tampoco la máxima institución insular ha tenido vista para adelantar una remodelación que ahora afecta a tres equipos de élite y a la cantera de varios deportes. Muchos son los que han tenido que emigrar de municipio para seguir en activo. Ibiza presume de tener una de las ratios en lo que a práctica deportiva se refiere más altas por densidad demográfica del país, pero sin inversión en pabellones y recintos deportivos, la política deportiva tiene tantas oquedades que parece de cartón piedra.

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