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Más dura será la caída

Tiene el mismo título que una película mítica de 1956 de dos de los más grandes de la historia (¡Bogart y Rod Steiger!), pero el nuevo gancho de Netflix tiene poco que ver. En el fondo es solo un ejercicio de gran estilo kitsch, con un far west repintado, coloreado y luminiscente como Las Vegas, protagonizado solo por afroamericanos, con los blanquitos (esto sí puede decirse) en una especie de aburrido mundo paralelo. La historia importa poco, es la de toda la vida y funciona siempre, con sorpresa final. El cambio de estética, plástica, música, tics de género, es brutal, pero a ratos tan bello que el filme tanto puede acabar siendo una rareza para gafapastas y demás como la primera puntada de un nuevo modo de coser historias del Oeste. Con Leone al principio pasó lo mismo y terminó siendo clásico, igual que la desmesura esteticista del gótico respecto del románico.

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