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Amparo Zacarés

Tribuna

Amparo Zacarés

Feminismo y dramaturgia

«A las mujeres se les negaba el sufragio por ser en su mayoría

incultas, un analfabetismo que también padecían los varones»

Previo a toda puesta en escena existe un trabajo de dramaturgia que merece valorarse, más aún si la historia que relata obedece a un hecho real. Digo esto porque el pasado sábado 31 de octubre se recreó teatralmente, en el paraninfo de la Universitat de València, la defensa a favor del voto femenino que sostuvo en sede parlamentaria Clara Campoamor. Fue con ocasión de conmemorar los 90 años de aquella histórica sesión del 1 de octubre de 1931 en la que se aprobó el sufragio femenino. Pero hasta llegar a ello, la diputada y abogada madrileña encontró muchos reproches y resistencias. De hecho, Margarita Borja, autora del libreto de esta lectura dramatizada, se basó en los diarios de sesiones de aquella época para reflejar fidedignamente los términos por los que discurrieron los debates de las Cortes Constituyentes. La representación, bajo la dirección de Amparo Vayá, contó con la sentida interpretación de Olga Ruiz en el papel principal de la política. Con todo, fue el grupo actoral que acompañó a la actriz el que trasladó al público la tensión dialéctica que se debió vivir cuando en aquel año se discutió la conveniencia o no del voto femenino.

La actuación fue un ejemplo de cómo el teatro puede convertirse en una inmejorable tribuna para mostrar el ambiente social e histórico que encontraron las mujeres en sus aspiraciones a una sociedad más igualitaria. En ese escenario, destacó la elocuencia de los discursos de Clara Campoamor por la convicción con que defendió tanto el derecho pasivo de la mujer a ser elegida, como el derecho activo a ser electora. Recibió enmiendas de varios sectores de la Cámara, incluso de su propio partido, aunque su defensa se vinculó en esencia a la oposición que le presentó Victoria Kent, al ser las dos únicas mujeres elegidas como diputadas y compartir ambas la sede del Congreso. Finalmente, gracias a un discurso ardiente que llevó con tenacidad y en solitario, consiguió que el texto constitucional incluyera en el artículo 36 el voto femenino. La votación se saldó con 161 votos a favor frente a 121 en contra y su resultado produjo airadas protestas y fuertes aplausos de algarabía.

Aparte de las bases ideológicas de esta función teatral que emocionó al público asistente, no deja de sorprenderme que se escuchen aún hoy, en algunos medios y contextos, parecidas razones para cuestionar la igualdad y los derechos equivalentes entre los sexos. Todavía perviven opiniones similares a las que se arguyeron entonces y que relacionan a las mujeres con una permanente minoría de edad. A las mujeres se les negaba el sufragio por ser en su mayoría incultas, un analfabetismo que también padecían los varones y que no fue motivo para privarles del derecho al voto. A las mujeres se les acusaba de no estar interesadas ni comprometidas con la política, cuando lo mismo podía decirse de los varones. La diputada socialista, con una retórica preñada de interrogaciones, preguntaba si es que acaso las mujeres no sufren las consecuencias de la legislación o si es que acaso ellas no sostienen al Estado pagando los impuestos al igual que hacen los varones.

Y puesto que el voto es la expresión popular, planteaba a sus señorías si es que acaso el pueblo solo eran los hombres. Con ello no solo evidenciaba las contradicciones en las que incurrían las enmiendas que se presentaban, sino que demostraba que sus argumentaciones eran fruto tanto del feminismo como del humanismo. Desde entonces su discurso sirve de referencia al ideal de una ciudadanía auténticamente democrática y paritaria. Es más, si las mujeres disponen hoy de mayores oportunidades de autorrealización es gracias al esfuerzo político de quienes como Clara Campoamor pidieron a los señores diputados que no echaran del hemiciclo ni la lógica ni la equidad. Una petición justa que no ha perdido un ápice de actualidad.

Amparo Zacarés |Instituto Universitario de Estudios Feministas y de Género Purificación Escribano (UJI)

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