Diario de Ibiza

Diario de Ibiza

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Martorell

Matar, matar, matar como juego y diversión

M ás de 111 millones de hogares, en tan solo un mes, se han enganchado a la súper violenta serie coreana ‘El juego del calamar’, de Netflix, el mejor estreno de su historia.

Me parece monstruoso que 455 protagonistas compitan en unos juegos infantiles para conseguir un gran premio en metálico, y que sean ametrallados, cuando cometen un fallo, por un batallón de jóvenes uniformados y enmascarados. Y que toda esa horrible masacre sea para divertimento de unos degenerados millonarios. La serie se ha convertido en una sensación viral.

Su creador, Hwang Dong-hyuk, dijo que se le ocurrió la idea después de leer cómics japoneses y coreanos.

Ahora, en muchos colegios, los alumnos fascinados por la brutal violencia de esta serie, se llevan de casa pistolas y escopetas de balines, y copian esos juegos infantiles disparando a los que cometen errores y pierden.

Recuerdo la generación de niños que jugaba al escondite, saltaba a la comba, y veía cuentos de hadas, del Pato Donald y el Ratón Mickey, y veían películas de Charlot y del Gordo y el Flaco. Entonces no había ordenadores, ni móviles, ni play stations con videojuegos violentos.

Ahora, para divertirse, hay que sentarse delante de una pantalla y, con un mando en la mano, hay que disparar, matar y bombardear para ganar puntos. ¡Viva la violencia!

No es de extrañar el maltrato en el seno familiar, las tremendas peleas entre alumnos en los colegios, y los actos vandálicos en los botellones/drogones, en los que se agrede a las fuerzas del orden, se queman contenedores y vehículos, y se destrozan fachadas.

Esta serie normaliza la violencia y convierte los juegos infantiles en juegos diabólicos. Es lo que ha mamado toda una generación que vive pegada, todo el día, a una pantalla.

Compartir el artículo

stats