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Diana Blesa

Si te llaman del cole, échate a temblar

Viernes. Siete de la tarde. Suena el móvil. Llamada del colegio. «Hay un positivo en la clase de tu hija. Mañana tiene que ir a hacerse la PCR a las 11:40 horas». ¡Bingo! Todos los niños de la clase quedan confinados durante diez días, sea cual sea el resultado de la prueba. Si tienes hijos y te llaman del cole (especialmente más allá de las dos de la tarde), échate a temblar.

Darle la noticia al niño

Aunque lo primero que le viene a muchas personas a la mente es cómo van a organizar su vida familiar y laboral, informar al niño de lo que ha ocurrido es importante. Si tiene tres años (o menos) y no es todavía muy consciente de lo que supone no salir de casa en diez días (en breve lo sufrirá, el pobre), en principio este paso no será demasiado duro.

Si el niño, por ejemplo, ya ha aterrizado en Primaria, lo más probable es que la noticia de que tendrá que pasar diez días sin salir de casa se convierta en un auténtico drama. 240 eternas horas en las que no podrá ver a sus amigos, ni ir al cole, en las que permanecerá sin extraescolares ni parque y, quienes sigan los estrictos protocolos de Salud a rajatabla, evitarán incluso el contacto con su familia.

Y mañana, PCR. Esa incómoda prueba que, si bien permite viajar a cualquier adulto (incluso los no vacunados) durante las siguientes 72 horas si el resultado es negativo, en el caso de los niños, aunque el resultado sea que no existe contagio, les obliga a permanecer una semana y tres días enclaustrados en sus hogares . Dirán que pueden estar incubando la enfermedad, sí, ¿los adultos no vacunados no?

No soy psicóloga, por lo que no puedo juzgar los efectos que este trato a los niños les va a suponer en un futuro. Pero soy madre, y tener que someter a mis hijos a confinamientos y normas que se flexibilizan constantemente para los adultos y, al mismo ritmo, se endurecen para los niños, me parece una aberración.

El curso pasado, nuestros políticos se llenaban la boca diciendo que los centros educativos no estaban siendo lugares de contagio. Y así quedó demostrado con las cifras que publicaban semanalmente. Entonces, ¿por qué este año, con el 70% de la población vacunada, aplican medidas más restrictivas en los centros escolares?

En primer lugar, y lo más evidente desde los primeros días de clase, es el uso de las mascarillas. Con las calles llenas de personas a cara descubierta, a la entrada del cole los niños tienen que ponerse las suyas (una medida que no discuto para permanecer en interiores), pero que tendrán que llevar durante cinco horas, con suerte. ¿Y en las salidas al patio, al aire libre y con su grupo de convivencia? También. ¿Se la pueden quitar mientras practican Educación Física? Tampoco.

Luego están los confinamientos. A partir de Primaria, el curso pasado, eran los tutores quienes determinaban los contactos estrechos de los niños en el caso de haber un positivo en clase. Una responsabilidad que algunos consideraban inoportuna, pero que ayudaba a ‘salvar’ al resto de alumnos del confinamiento. Habitualmente, entre cuatro y seis niños del mismo grupo se sometían a PCR y quedaban confinados en sus casas. Este curso, repito, con el 70% de la población vacunada, cuando hay un positivo en una clase de Primaria todos los alumnos quedan confinados (20 ó 25 familias condenadas), sea cual sea el resultado de la PCR que realizan a todo el grupo.

Conciliación, ¿cómo?

La organización familiar y laboral se convierte en una tarea imposible para muchos ante la llegada de un confinamiento individual.

Quien tiene teletrabajo, tiene un tesoro. Porque, aunque no es fácil compaginar las necesidades de un niño que no puede salir de casa (especialmente de los más pequeños) con la labor profesional, es la única vía que existe para que tanto trabajadores como empresas puedan continuar funcionando con relativa normalidad. Pero, ¿y aquellos que no pueden teletrabajar, pero tienen niños menores a los que deben atender? Hacer la llamada al jefe para decirle que vas a permanecer unos días sin asistir al puesto de trabajo (con los problemas que esto puede generar a la empresa) puede, en ocasiones, convertirse en toda una película de terror.

En tiempos de ERTE, ERE y con muchas economías familiares heridas de muerte, la mejor alternativa no pueden ser los permisos sin sueldo. La vía no puede ser restringir todavía más las medidas en los centros educativos, poniendo la soga en el cuello a las familias, a pesar de haberse mostrado respetuosas, en general, con las medidas que se han ido estableciendo a lo largo de la pandemia.

¿PCR a todo el grupo escolar en el que haya un positivo? Sí, siempre que sea necesario. ¿Vuelta a las clases y a la vida normal de quienes den negativo? También. Al menos sí mientras esos resultados negativos sirvan para hacer vida normal a personas adultas vacunadas o no vacunadas. Dejemos a los niños en paz.

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