Con temperaturas que superan, muchos días, los 30 grados y bajo un sol de justicia, se ven obligados a esperar quienes toman un taxi en la parada del puerto de Vila, pues no hay ni un mísero sombrajo bajo el que resguardarse. Y en las, pocas, jornadas de lluvia, otro tanto: paraguas abiertos y a capear el temporal sin marquesina.
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El álbum