Opinión
Otra oportunidad perdida
Uno de los principales problemas que afronta la isla de Ibiza desde el despegue de la industria del turismo es la impronta del hombre. A veces nos olvidamos de que no somos la única especie del planeta y damos por hecho que es nuestro; todo lo que hacemos lo reducimos a la escala de nuestras necesidades. Es tan obvio que resulta patético que no intentemos hacer algo para cambiar esta dinámica. Todo lo que ha cincelado la naturaleza durante milenios resulta maravilloso, inspirador; playas, bosques, montañas... Por el contrario, y salvo honrosas excepciones, la mayor parte de lo que ha aportado la especie humana en los últimos milenios, pero con especial virulencia en las últimas décadas, es horrible, un crimen para los ojos y para la sensibilidad más embrutecida. Por eso considero muy acertada la iniciativa de Santa Eulària de intentar ordenador y aportarle el necesario punto de coherencia ambiental al desarrollo de su industria. Los suelos industriales son, desde hace décadas, uno de los grandes problemas ambientales y paisajísticos de la isla. Con la crisis sanitaria hemos perdido la oportunidad de intentar al menos redimensionar nuestra desmesurada ambición y decrecer, que es posible subiendo la calidad de la oferta. Pero no aprendemos.
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