Treinta familias ven cómo su vida se desmorona justo ahora que parece que la isla recupera una cierta normalidad, después de más de un año de pesadilla por el covid. Viven en pisos del bloque A de los apartamentos Don Pepe, en un estado de ruina tal que el Ayuntamiento de Sant Josep ha decretado su desalojo por el riesgo de derrumbe, y los vecinos tendrán 72 horas para abandonar sus hogares desde que reciban la notificación. Algunos viven de alquiler y deberán buscar otra vivienda en la isla de los precios astronómicos, donde ni la pandemia más terrible ha provocado una bajada de las rentas. El Consistorio les pagará dos meses de alojamiento en unos apartamentos, pero después tendrán que buscarse la vida. Otros compraron en su día su piso y siguen pagando una hipoteca. ¿Qué pasará con ellos? Porque el banco no perdonará ni una letra de la deuda, aunque el edificio esté a punto de derrumbarse y sus inquilinos sean desahuciados a la fuerza y tengan que pagar además por vivir en otro lugar. Ayudar a estas familias a rehacer su vida debe ser prioridad absoluta del Ayuntamiento, el Consell y el Govern. Con razón el alcalde considera que este desalojo es «un drama social sin precedentes en Ibiza».
