Opinión | En corto

El muro interior catalán

En toda nación hay un sentimiento supremacista, como en un individuo un ego, pero la ventaja de las viejas patrias, con mucho Estado ya a cuestas, es que han acumulado desgracias suficientes como para generar anticuerpos que amansen el ego, aparte de que sus gentes han aprendido largamente a desconfiar del Estado y al estar prevenidas contra él no le pasan una. En cambio, en las naciones que nunca se han realizado en plenitud, hay tanta ingenuidad en la gente (nadie aprende en cuerpo ajeno), y tal hambre de Estado en sus élites, que si llegan a alcanzar la soberanía pueden volverse inaguantables para los demás y sobre todo para los suyos. Puede que la sospecha de esto sea lo que haga que más de la mitad de catalanes no acaben de decidirse a querer la independencia, y que en el fondo piensen, mirando a la otra mitad, ¡no sabéis bien lo que nos espera a todos si ganáis!

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