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Tiempos de púlpitos con mando en plaza

Intento explicar a unas personas más jóvenes, aunque sin mucho éxito pues no se lo creen, cómo era en España la Semana Santa de mi niñez: en la radio –aún no había llegado la tele– solo había programación religiosa salvo las noticias, por las calles no podían circular los coches (no había tantos, es cierto) por respeto al carácter luctuoso de los días, en los restaurantes se guardaba la vigilia, no estaban permitidos espectáculos públicos y en casa solo se podía escuchar música profana a bajo volumen. Solamente había procesiones, y por doquier oficios religiosos. Eran normas impuestas por las autoridades religiosas, que las civiles de entonces hacían suyas sin rechistar. Las cosas cambiarían luego ya durante el mismo franquismo, debido a que con el Concilio la gente y buena parte del clero se hizo protestante, pasando a tener más fe en su fe que en la jerarquía eclesiástica.

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