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La cuarta ola o el adiós a la temporada

Tras su apogeo en enero, la tercera ola de coronavirus inició en el mundo un acusado descenso que se frenó la última semana de febrero. Los casos volvieron a crecer desde entonces. Ya es visible cómo despunta la cuarta ola en las estadísticas globales. Pararla en seco antes de que crezca de nuevo a niveles insostenibles debería ser el objetivo, pero de los datos de algunos países se deduce que las medidas para combatir el virus se han relajado o que se ha confiado en exceso en vacunar masivamente. Lo de AstraZeneca es, en ese sentido, un palo. Dan miedo las cifras de Francia, que tuvo 168.573 casos la última semana, una media diaria de 24.081. Un día superó los 30.000. En Italia sucedió algo similar: 157.050 positivos, una media de 22.435 diarios y más de 350 muertos por jornada. España, que ha logrado reducir considerablemente los afectados gracias a un esfuerzo titánico, recibe ahora miles de franceses ávidos de tomarse cañas en las terrazas (la hostelería gala está cerrada). Y también se anuncia la llegada masiva e inminente de germanos a estas islas, cuando hace una semana se registraron en Alemania picos de 10.000 a casi 13.000 positivos al día. O se establecen ya controles exhaustivos en nuestros aeropuertos para evitar que pase un solo contagiado o, lamentablemente, podemos decir adiós a la próxima temporada estival.

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