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Una vacuna contra el política-virus

Mientras Israel calcula que en abril habrá conseguido la inmunidad de rebaño, al ritmo de vacunación que llevamos, en España después del verano seguiremos con el rebaño, pero sin rastro de la inmunidad. No se angustien, queridos lectores, porque mi mente preclara ha dado con la solución definitiva, con el modo de alcanzar a los países líderes en inocular el antídoto que tanto anhelábamos y que se suministra ahora con cuentagotas: seguir el ritmo al que se están vacunando políticos y enchufadillos varios. Ellos y su corte están acabando solitos con las escasas existencias de vacunas. Alcaldes, concejales, consejeros, familiares, funcionarios, asesores y carguitos de todos los partidos y lugares del territorio patrio se han ofrecido como cobayas humanos para experimentar en sus bien alimentados cuerpos los efectos de la vacuna (también militares, curas, parientes de sanitarios...). Debe ser eso que llaman 'vocación de servicio'. Si el país fuera un barco que se hundiera, esos politicastros habrían pisoteado a niños y ancianos y contemplarían desde los botes salvavidas, en la lejanía, cómo perecemos todos. No solo se han vacunado sin que les correspondiera hacerlo, sino que la mayoría siguen en sus cargos, tan frescos. ¿Para cuándo una vacuna contra esta otra pandemia?

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