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¿Será mejor el próximo año?

Todos deseamos que este año que iniciamos sea mejor que el que dejamos atrás. Ya he recibido algún mensaje que hace referencia a la tercera ola que nos azota, las diferentes mutaciones del Covid-19, la situación política y social en Estados Unidos€ parece que no va a ser mejor el nuevo año. Llevamos pocos días del nuevo año y la cosa no parece mejorar ¿o sí?

Leía unas declaraciones del Cardenal Antonio Marto, obispo de Fátima, en las que recordaba como «todos somos conscientes de que esta terrible pandemia ha tenido un fuerte impacto en todos los sectores de la vida y la humanidad, y también ha transformado el paisaje cultural y espiritual en el que vivimos». Así es, hemos sido víctimas de un «fuerte impacto». Algunos todavía no han sabido reaccionar, no han despertado del golpe. Siguen viviendo como si no hubiera pasado nada. Y eso es lo más preocupante.

El Cardenal Marto afirmaba que «las primeras víctimas de esta pandemia, así como de otros conflictos, catástrofes y guerras son los más frágiles, los más vulnerables, los más pobres, creándose así más desigualdades». Esta es, a mi manera de ver, la gran consecuencia de la pandemia: como van creciendo las desigualdades. Como esta realidad, como otras muchas, nos está llevando a perder la paz.

Necesitamos reconciliarnos con nosotros mismos, con nuestros hermanos, con todos los seres de la creación y con la creación misma. Vivimos en un mundo tan materializado que ni la pandemia ha sido capaz de unirnos para hacernos más fuertes. Solo cuando seamos capaces de redescubrir, y algunos a descubrir por primera vez, nuestra dimensión espiritual seremos capaces de empezar de nuevo. De darnos cuenta que todo cuanto sucede, incluso una pandemia, nos tiene que ayudar a crecer. Si no es así; si cuando nos ataca, aunque solo sea una bacteria, nos dividimos, nos fragmentamos, dejamos atrás a los más vulnerables, definitivamente hemos perdido la batalla.

Pero aún no es demasiado tarde. Aún estamos a tiempo de abrirnos. De abrir nuestra mente, nuestro espíritu, nuestro corazón a la otra dimensión de la vida: la dimensión espiritual; y así crecer y vencer. No estamos solos, Él, 'Dios-con-nosotros' nos da la fuerza para conseguirlo.

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