Es curioso ver cómo la pandemia del Covid-19 ha vuelto a hacer el planeta más grande. Ya casi nadie planea grandes viajes por las restricciones, el desplome del transporte o, simplemente, por motivos económicos. Ahora China o la India vuelven a estar casi a la distancia en que las veían Colón o Marco Polo. He pasado mis últimas vacaciones en Madrid, mi otra casa, planeando el viaje casi como si fuera una aventura. Tras una cuarentena forzosa por un contacto estrecho y un paseo por las abigarradas y llenas de colas calles del centro -como si no se pudiera vivir sin unos churros de San Ginés, unas ensaimadas de La Mallorquina o unos boletos de lotería de Doña Manolita-, decidí refugiarme en la soledad de la ultraperiferia, en los interminables bulevares de los nuevos ensanches de Vallecas y Carabanchel, rodeado de coloristas edificios semivacíos.En esa estepa me asaltó el pensamiento de que puede ser que el mundo sea igual de grande y que seamos nosotros los que nos hemos vuelto más pequeños e incluso más cobardes. Entiendo que la valentía ahora es buscar la unidad y la solidaridad, el lado claro de la fuerza. Porque si no, no solo acabaremos siendo más cobardes, sino también más miserables.

@Fdelama