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La doble moral del fútbol

Que el fútbol es una potente herramienta para cambiar las cosas y para mejorar aspectos sociales está fuera de toda duda. Se trata de un deporte cargado de valores positivos que, bien empleados, pueden resultar muy beneficiosos. Por ejemplo, en el desarrollo de los menores a la hora de fomentar aspectos como el esfuerzo, la deportividad, el trabajo en equipo, la inclusión social y el juego limpio, entre otras cosas. Además, organismos como la Federación Internacional de Fútbol, la UEFA o la propia Real Federación Española (RFEF) presumen del poder catalizador y de las bondades de la disciplina que promueven. Sin embargo, cuando hablamos de balompié profesional mandan los intereses económicos. Se aplica el todo por la pasta, aunque todos esos valores que destacábamos antes queden completamente pisoteados. ¿Cómo se explica si no que la RFEF haya decidido llevarse la Supercopa española a Arabia Saudí, un país que no respeta los derechos humanos y en el que, por ejemplo, las mujeres están sometidas a regulaciones completamente discriminatorias? ¿Por qué no se han opuesto los clubes implicados, el Real Madrid (que siempre ha destacado su supuesto señorío), el Barcelona (con el lema ' més que un club'), el Valencia y el Atlético de Madrid? Y no hablemos del Mundial que se celebrará en Qatar en 2022, un país donde también se vulneran muchos derechos humanos. La respuesta: por dinero. La doble moral del fútbol.

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