Noviembre 2019. La temporada ya es recuerdo para algunos. Para otros es la hora de hacer balance (ya lo haremos más adelante). Para el Consell es momento de poner en marcha algunas obras que estaban pendientes. El colegio de Sant Ferran (da no sé qué ver tantos barracones) esperemos que no sufra retrasos y podamos verlo pronto hecho una realidad. Y ya han comenzado las de la prolongación del bulevar 'Sant Ferran'. Cinco meses de incomodidad a los que desde es Caló o desde la Mola bajamos a la 'capital' y para los ' baixeros' que algún día (muchos despistados) nos honran con su visita a la 'montaña'. Es cierto que para un bien común nos sacrificaremos y tendremos las dosis de paciencia necesarias para atravesar el maremagnum de las obras de Sant Ferran. Vamos a ver cómo afectan a muchos de los negocios que están abiertos todo el año en esa zona (no me refiero a La Caixa), el Verdera, San Panxa y locales comerciales de otros menesteres que se van a ver afectados directamente, ya que dependen de la circulación de personas y vehículos. Cinco meses (si se cumplen las previsiones nos dejarán allá por finales de marzo) para que esté todo listo y vuelva a la normalidad una vía esencial en la movilidad de Formentera. Mientras a los de allí y los de acá se nos hará familiar aquel semáforo de la Señorita Pepis que va cambiando de lugar dependiendo de las obras. Quizás sea bueno eso de ver atascos en la PM-820.

Creo que nos humaniza un poco más y nos acerca a aquellas ciudades que en su día muchos abandonaron por lo del 'mundanal ruido'. No se preocupen que no, no habrá grandes protestas, ni manifestaciones de baixeros o virots . Simplemente algunos desacuerdos sobre la tardanza y la oportunidad del tema... otro cantar es si llegamos a ese tan temido Primero de Mayo y la casa sin barrer. No quiero ni pensar en ello. A la fragilidad de una temporada rara (es el comentario general) le añadimos un invierno con la carretera abierta de par en par y llegamos a la preparación de la temporada del 20 con la inquietud del 'ay, ay,ay' que esto no se acaba. Me veo al bueno del conseller González poniéndole velas a Santa Rita, patrona de los imposibles, pidiéndole las indulgencias necesarias para que en día y hora los bancos del bulevar Sant Ferran estén en su sitio.