Los arqueólogos, a partir del hallazgo casual de un particular, han consguido recuperar once espadas del siglo XIX en aguas de es Caló en Formentera. Uno más de los muchos tesoros que esconde el Mediterráneo y que aportará nueva luz a ese periodo histórico. En qué barco viajaba ese cargamento de espadas, de quién eran. Los apasionados de la Historia y de la Arqueología tienen un largo camino de investigación por delante a partir de este descubrimiento. A propósito del hallazgo, y puestos a fabular, he imaginado qué pueden encontrar los arqueólogos de los siglos venideros en el viejo y castigado Mare Nostrum y lo tengo claro: plástico, plástico y más plástico. Esos serán los únicos 'tesoros' que vamos a dejar para la posteridad. Carcasas de móviles, botellas de refrescos, bolsas del súper, botes de detergente y toda clase de residuos de nuestra vida de consumistas compulsivos del siglo XXI para que los investigadores del siglo XXIII los estudien con detenimiento y se hagan una idea, por si no la tuvieran entonces, de cómo era nuestra vida en esta parte del mundo en los primeros años de este milenio. Seguramente comprobarán con horror que utilizábamos el mar como un inmenso contenedor al que lanzábamos nuestro producto estrella, el incombustible e indestructible plástico. Y llegarán a una sesuda conclusión: sus antepasados eran gilipollas.