Por la razón que sea, un día se siente uno como fuera del hormiguero, y entonces puede ver a los individuos que lo forman moverse afanosos por la calle, metidos en sus mil tareas, seguro cada uno de la importancia y/o la necesidad de lo que hace, y para sorpresa descubre que hay una especie de atmósfera, solución o líquido amniótico que envuelve el conjunto de seres y cosas, en el que reina una fuerza sutil. Al hilo de ese descubrimiento llega a la idea de que esa vital atmósfera quizás sea exudación de los seres vivos que se mueven, en cuyo caso habrá en ellos una discreta y tenue energía inmanente que sale por los poros. El conjunto de la escena parece algo estúpido, con tanta gente creyendo que va a alguna parte y a veces contenta de hacerlo, pero en ese momento se mira uno a sí mismo, fuera de escena, siente vértigo e instintivamente da un salto al escenario para meterse.