Han andado estos días en Mallorca muy atareados en la hercúlea tarea de encontrar consellers. Raro es, porque si pidiesen voluntarios saldrían miles de candidatos dispuestos a sobar la silla por un pastizal. El problema es que la socialista Armengol, presidenta repetidora, debe saciar la avidez de poder de sus socios de Més per Mallorca, un partido nacionalista de esta isla que, por definición, debe provocar (y de hecho provoca) recelos y hasta pánico entre los residentes de Ibiza, Formentera y Menorca. Han estado pues estos de Més per Mallorca molt enfeinats jugando una partida de cartas que, si no fuera porque nos afecta a todos, nos la traería al pairo, por decirlo de una manera educada y poco soez. Es lo que tiene la política, que se basa en pactos que no suelen respetar el interés general pero sí, curiosamente, el particular de quien busca el poder. Pero resulta que de su elección depende la gestión de varias conselleries. Por lo pronto, el exconseller de Medio Ambiente, Vicenç Vidal, ha sido 'premiado' con el acta de senador, un cargo nada baladí por la relación entre la carga de trabajo (de risa) y la pasta que cobran (para llorar). Así andamos en la política regional. Y mientras tanto, nuestras zonas protegidas están tan desamparadas que más valdría cambiarles el nombre de una vez para evitar un ejercicio de cinismo gratuito e insultante.