La reproducción del caballito de mar, el bosón de Higgs, las consecuencias económicas de la breve independencia de Biafra, los eternos aspirantes al Nobel de literatura, la polémica de la Constitución y la Real Academia Española de la Lengua, el gasto militar de la OTAN, las valientes danzarinas de Irán, las intoxicaciones con Novichok... Son sólo algunos de los temas por los que los periodistas ibicencos podrían haberles preguntado el miércoles a Pepe Reina y Jordi Alba, mundialistas recién aterrizados de Rusia para pasar sus tradicionales vacaciones en la isla, en un acto convocado por el Ayuntamiento de Santa Eulària. Pero no, convencionales, ellos, les querían preguntar sobre un tema que conocen bastante mejor: fútbol. Seguramente, en sus cabezas rondaban preguntas tan complicadas como sus favoritos para vencer el domingo, qué opinan de Luis Enrique como nuevo seleccionador, cómo se plantea la próxima temporada, qué les parece que Cristiano se vaya del Madrid o cómo vivieron la destitución de Lopetegui y el aterrizaje de Hierro. Pero no, estos señores pensaron que no valía la pena gastar saliva con la canallesca regional si no era para hablar de Ibiza. Mala educación. Desprecio. Soberbia. No era necesario. La próxima vez, que les pregunten por la influencia de Schopenhauer en el crecimiento de la hierba. De eso seguro que sí saben.