Si los organizadores del IV Foro de Turismo, celebrado la semana pasada en Jesús, tenían previsto epatar al público, hay que felicitarles y reconocerles el mérito. Incluso hubo asistentes que, tras asistir al soliloquio del ponente estrella -el afamado empresario Kike Sarasola-, salieron con las mejillas encendidas y echando humo por las orejas. El sector turístico, a partir de ahora, cuenta en sus filas con un provocador a la altura de los que producen sarpullidos en otros gremios; el equivalente a un Sánchez Dragó en la cofradía de los literatos.

Los periodistas, en contra de lo habitual, también salieron de allí con una sobredosis de titulares en potencia para ilustrar su crónica. La colección de ocurrencias del presidente de la cadena Room Mate no tiene precedentes en estas latitudes, al igual que su actitud retadora y lenguaje descarnado, con exabruptos medidos a la perfección. Si llevara bisoñé y una señora retocada del brazo, uno pensaría que anda calentando motores para presentarse a las elecciones, como Donald Trump.

El mayor dislate que propuso fue combatir la escasez de vivienda en la isla con cruceros como el famoso 'Piolín', que proporcionó alojamiento a guardias civiles y policías durante la crisis catalana. Mientras la platea se recuperaba del conato de luxación mandibular, el conferenciante perjuró que dicha estrategia ya ha funcionado en otros enclaves, como Estados Unidos, y basta con repartir unos cuantos buques por las calas de Ibiza para resolver el rompecabezas del hospedaje de los trabajadores de temporada.

Tal vez en grandes ciudades dotadas de puertos amplios la idea pudiera funcionar, pero resulta inconcebible plantearse la posibilidad de anclar una ristra de trasatlánticos, durante seis o siete meses al año, frente a Platges de Comte, ses Salines o sa Cala de Sant Vicent. Además de la calamidad paisajística, imaginemos el cirio que habría que desplegar para que trabajadores, proveedores, tripulantes, etcétera, embarcaran y desembarcaran varias veces al día en una costa sin muelles. Y eso sin entrar siquiera en el detalle de los costes. El disparate es colosal y, a priori, impropio del personaje.

Alguien podría justificar semejante extravagancia en el desconocimiento de la geografía e infraestructuras existentes en la isla; pero no es el caso. Sarasola lleva un porrón de años veraneando en Ibiza e incluso es embajador de la marca Ibiza Luxury Destination, que, ya de paso, aprovecho para confesar que me resulta algo desconcertante. Importantes cadenas hoteleras y muchos de los mejores restaurantes del mundo hace años que se han apeado de este concepto elitista como si tuviera la lepra, ya que muchos clientes asocian lujo con sablazo e inaccesibilidad social.

El asunto de los 'piolines' no fue, sin embargo, el único momento hilarante de la jornada. Frente a un público de empresarios, el conferenciante tuvo los bemoles de proclamar que «la culpa de la turismofobia la tienen los hoteleros», sentencia que remató declarándose fan acérrimo de la plataforma de alquiler de viviendas Airbnb, el mayor íncubo de las Pitiüses, tanto para los hosteleros como para los trabajadores.

Ya para colmo, tildó como disparate que en verano aterricen 400 vuelos low cost al día porque a su juicio implica la llegada de otros tantos mochileros. Solo una ignorancia inexplicable e impropia de alguien del sector turístico permitiría llegar a semejante conclusión, pues hoy en día, salvo aquellos que dilapidan billetes como si les quemaran en los bolsillos, nunca eligen un vuelo de alto standing cuando existe otro más barato que cubre el mismo trayecto. ¿Qué le ocurriría a Ibiza si de pronto dejaran de llegar vuelos de bajo coste?

Como puntilla, el empresario presumió del éxito de su cadena hotelera, que achacó a que ellos «les hacen el amor a sus clientes; no solo les echan un polvito». Se entiende que en sentido metafórico, claro. El acopio de desvaríos, no exentos de chispa a retazos, quedaron justificados con la definición que el conferenciante hizo de sí mismo: un espíritu inconformista y siempre a contracorriente del sector, algo que hace «por joder».

La ponencia estelar de este IV Foro de Turismo pasará a la historia por renunciar a una gran oportunidad para debatir y afinar soluciones reales a los múltiples problemas que afrontan las Pitiüses. Eso sí, a cambio, el público asistió al nacimiento de una estrella emergente para el Club de la Comedia.