Usted y yo deberíamos saber un huevo, con perdón, sobre el significado de la visita de Merkel a España. Usted y yo hemos leído atentamente lo que sobre esa visita ha publicado nuestro periódico. Hemos escuchado, casi tomando notas, lo que decían los telediarios. Hemos pasado horas en el coche con la radio encendida, prestando una atención desmesurada a lo que decían los politólogos y los sociólogos y los matemáticos y los poetas sobre el sentido o la utilidad de que Merkel hiciera el esfuerzo de viajar a Galicia para entrevistarse con Rajoy. Usted y yo hemos hecho un máster de esa visita. Durante el viaje de regreso de las vacaciones, prohibimos hablar a toda la familia para no perder una coma de los análisis de las tertulias radiofónicas, pues íbamos de unas a otras para abrir el abanico de nuestros conocimientos.

Usted y yo, sin embargo, no tenemos ni idea de para qué vino esa señora alemana, no sabemos en qué se van a traducir las horas durante las que hizo un trozo turístico (y perdón por la redundancia) del Camino de Santiago y dio cuenta, ya en la ciudad, de unas vieiras gratinadas o de un cuarto de quilo de percebes. Lo único que hemos podido averiguar es que entre ella y Rajoy van a ascender al astuto De Guindos y quizá al machista Cañete. Bueno, si nos esforzáramos mucho, podríamos sacar tres o cuatro cotilleos más, pero sobre el fondo de la cuestión (si lo hubo) sabemos menos que sobre la composición de los agujeros negros.

- ¿Ni siquiera han logrado averiguar ustedes si el Camino de Santiago lo hicieron por espiritualidad o por deporte?

- Ni eso. Aunque pudieron hacerlo por una tercera razón.

- Por cuál.

- Por la foto. Por sacarse la foto.

Estábamos convencidos de que lo de sacarse la foto era un tópico que utilizábamos cuando no se nos ocurría otra cosa, y va ser cierto que los políticos se reúnen solo para fotografiarse. Luego se meten en una habitación, están dos horas sin hablar, y vuelven a posar a la salida. Solo con eso, dan dos semanas de trabajo a los politólogos y sumen en la confusión a las buenas personas que, como usted y como yo, todavía intentamos comprender el mundo.