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El sueco

Les suena el nombre de Göran Persson? Se hizo bastante impopular en Suecia, en los noventa, por predicar el rigor presupuestario y bajarles el sueldo a sus compatriotas cuando era ministro de Finanzas en un Gobierno socialdemócrata. Luego, como la política siempre ofrece una segunda oportunidad, acabó siendo presidente de su partido y jefe del Ejecutivo durante diez años, hasta que la mejorable gestión del tsunami de 2004, que se cobró medio millar de vidas, volvió a situarlo en sus horas más bajas. Hoy es granjero y ofrece de vez en cuando alguna que otra muestra del sentido común escandinavo. A propósito del déficit y de la pérdida de soberanía de los países endeudados, Persson ha aportado una interesante reflexión sobre España. Según él, competiríamos mejor si en vez de invertir en infraestructuras lo hubiéramos hecho en talento. Pero aquí sucedió lo contrario. El resultado es que disponemos de más y mejores carreteras que Suecia, algún que otro aeropuerto sin tráfico, y en cambio no podemos presumir de capital humano, universidades, investigación. Hasta el punto que será la educación lo que lastre en el futuro nuestras posibilidades de crecimiento.

El presente es desolador partiendo ya de la base docente. Como muestra vale un botón: el 86% de los 14.110 aspirantes suspendieron la llamada prueba de conocimiento en las oposiciones a maestro en Madrid. Algunos de los cateados confundieron escrúpulo con crepúsculo y al caracol con un crustáceo. España es un cementerio de hormigón poblado de infraestructuras duplicadas, un monumento al despilfarro, mientras el talento permanece enterrado por falta de inversión. Qué razón tiene Göran Persson.

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