Duración: 220 min

Género: Evento: Ópera

Sinopsis: Las Bodas de Fígaro es una de las óperas más emblemáticas del repertorio. Brahms habló de ella como un "milagro", y los quejidos de la Condesa todavía resuenan hoy en día como una de las páginas musicales más desgarradoras. Al recuperar la comedia de Beaumarchais que fue el origen de un escándalo que conmovió a toda la sociedad parisina, Mozart y Da Ponte se aseguraron el éxito de su obra que incluiso fue prohibida por José II en 1785 en el Teatro de Viena. ¿Arroja acaso demasiada luz sobre las contradicciones de un régimen ya vacilante, cercano a hundirse con la Revolución francesa?

La nueva producción de Netia Jones conserva la esencia misma de la obra de Beaumarchais, mientras explora con humor no exento de picardía las relaciones humanas, en una producción que confunde la realidad y la ficción. Como el Conde, uno se pregunta: "¿Estamos representando una comedia?"

EQUIPO CREATIVO

Director musical - Gustavo Dudamel

Director de escena - Netia Jones

Escenografía - Netia Jones

Vestuario - Netia Jones

Iluminación - Lucy Carter

Orquesta y Coros de la Ópera Nacional de París.

EQUIPO ARTÍSTICO

El Conde de Almaviva - Peter Mattei

La condesa de Almaviva - Maria Bengtsson

Susanna - Ying Fang

Figaro - Ildebrando D'Arcangelo

Querubín - Lea Desandre

Marcellina - Angelika Kirchschlager

Bartolo - James Creswell

Don Basilio - Michael Colvin

Don Curzio - Christophe Mortagne

Barbarina - Kseniia Proshina

Antonio - Marc Labonnette

Dos mujeres - Andrea Cueva Molnar, Ilanah Lobel Torres

ACTO I

En una habitación que les ha sido cedida en una casa señorial cerca de Sevilla, Fígaro y Susana, sirvientes del conde y la condesa Almaviva, se preparan para su boda. Fígaro se enfurece cuando su prometida le cuenta que el Conde ha intentado seducirla y está decidido a vengarse de su amo. El Dr. Bartolo aparece con su antigua ama de llaves, Marcelina, quien está igualmente decidida a casarse con Fígaro. En su poder obra un contrato: Fígaro debe casarse con ella o devolver el dinero que le pidió prestado. Cuando Marcelina se encuentra con Susana, las dos rivales intercambian insultos. Susana vuelve a su habitación y un joven llamado Querubino se apresura a entrar. Al encontrar a Susana sola, le dice que la ama... a ella y a todas las demás mujeres de la casa. Aparece el Conde, intentando de nuevo seducir a Susana, y Querubino se esconde. El Conde se esconde también cuando Basilio, el maestro de música, se acerca. Basilio le cuenta a Susana que Querubino se ha enamorado de la Condesa, haciendo que el Conde salga de su escondite enojado. Y aún se enfada más cuando descubre a Querubino y se da cuenta de que el joven ha escuchado sus intentos de seducir a Susana. Persigue a Querubino hasta el gran salón, donde se encuentran con Fígaro, quien ha reunido a todo el personal de la casa para cantar las alabanzas de su amo. El Conde se ve obligado a bendecir la boda de Fígaro y Susana. Para fastidiarles y para silenciar a Querubino, ordena al joven unirse al ejército sin demora. Fígaro le cuenta con ironía a Querubino lo que puede esperar en el ejército: nada de coqueteos con muchachas, ni ropa de lujo, ni dinero, solo proyectiles, cañones, balas, marchas y barro.

ACTO II

En su dormitorio, Rosina, la Condesa, lamenta la pérdida del amor en su vida. Animada por Fígaro y Susana, acepta urdir una trampa para su marido: enviarán a Querubino, disfrazado de Susana, a un encuentro con el Conde esa noche y, al mismo tiempo, le harán creer que la Condesa tiene una cita con otro hombre. Querubino aparece y las dos mujeres cierran la puerta y empiezan a vestirlo como una muchacha. Cuando Susana entra en una habitación adyacente, el Conde llama a la puerta y se molesta al encontrarla cerrada con llave. Querubino se encierra en el vestidor y la Condesa deja entrar a su esposo. Al oír un súbito ruido en el vestidor, el Conde se muestra escéptico cuando su esposa le cuenta que es Susana quien está dentro. Tomando a su esposa con él, va en busca de herramientas para forzar la puerta. Mientras tanto, Susana, quien ha vuelto a entrar en la habitación sin ser vista y lo ha observado todo, ayuda a Querubino a escapar por la ventana antes de ocupar su lugar en el vestidor. Cuando el Conde y la Condesa regresan, ambos se asombran al encontrar allí a Susana. Todo parece ir bien hasta que el jardinero, Antonio, aparece quejándose de que alguien ha saltado por la ventana, arruinando sus flores. Fígaro, quien llega apresurado para anunciar que todo está listo para la boda, improvisa rápidamente, simulando una cojera y fingiendo ser él quien ha saltado. En ese momento llegan Bartolo, Marcelina y Basilio, presentando su caso al Conde y agitando el contrato que obliga a Fígaro a casarse con Marcelina. Encantado, el Conde declara que la boda de Fígaro y Susana queda pospuesta.

ACTO III

Más tarde, en el gran salón, Susana se acerca al Conde con la promesa de un encuentro esa noche. El Conde está muy contento hasta que escucha a Susana conspirando con Fígaro. Con furia, declara que se vengará. Marcelina, con el apoyo de un abogado, Don Curzio, exige que Fígaro pague su deuda o se case con ella inmediatamente. Fígaro responde que no puede hacerlo sin el consentimiento de sus padres, a quienes ha estado buscando durante años tras ser raptado cuando era un bebé. Cuando Fígaro revela una marca de nacimiento en su brazo, Marcelina se da cuenta de que es su hijo perdido hace mucho tiempo, cuyo padre es Bartolo. Al ver que Fígaro y Marcelina se abrazan, Susana piensa que su prometido la ha traicionado, pero se tranquiliza cuando le explican la situación. La Condesa, a solas, recuerda su felicidad pasada. Está decidida a seguir adelante con la conspiración contra su marido, y ella y Susana le escriben una carta confirmando el encuentro con Susana esa noche en el jardín, bajo los pinos. Querubino, ahora vestido de muchacha, aparece con su novia, Barbarina, la hija de Antonio. Antonio, quien ha encontrado la gorra de Querubino en el jardín, también llega y desenmascara al joven. El Conde se enfurece al descubrir que Querubino le ha desobedecido y todavía está en la casa. Pero su furia se desinfla cuando Barbarina revela que el Conde, al intentar seducirla, le prometió todo lo que quisiera. Y lo que ella quiere ahora es casarse con Querubino. El Conde está obligado a aceptar. Se oye una marcha y el personal de la casa se reúne para la boda de Fígaro y Susana. Mientras baila con el Conde, Susana le entrega la carta, sellada con un alfiler.

ACTO IV

Por la noche, en el jardín, Barbarina está desesperada: ha perdido el alfiler que el Conde le ha pedido que devuelva a Susana. Cuando aparecen Fígaro y Marcelina, Barbarina les cuenta la cita prevista entre el Conde y Susana. Creyendo que su prometida le es infiel, Fígaro vocifera contra todas las mujeres. Se esconde cuando llegan Susana y la Condesa, vestidas cada una con la ropa de la otra. A solas, Susana canta sobre el amor. Sabe que Fígaro está escuchando y disfruta haciéndole creer que está a punto de hacer el amor con el Conde. Luego se esconde también, a tiempo de ver a Querubino intentando seducir a la Condesa disfrazada. El joven es perseguido por el Conde, quien quiere estar a solas con la mujer que cree que es Susana. Fígaro, al darse cuenta ahora de lo que está pasando, se une a la broma y declara su pasión por Susana, disfrazada de Condesa. El Conde regresa. Al encontrar a Fígaro con su esposa, o así cree él, explota de rabia. En ese momento, la verdadera Condesa se adelanta y revela su identidad. Avergonzado, el Conde le pide perdón. Tras unos momentos de angustiosa duda, ella lo perdona y ambas parejas se reúnen.